sábado, 16 de mayo de 2015

Adaptándose, el uno al otro, durante los primeros años de su vida matrimonial*

Adaptándose, el uno al otro, durante los primeros años de su vida matrimonial*

Por Dennis Rainey Por lo menos en un aspecto, el matrimonio se parece a un partido de fútbol. En aquellos juegos en los cuales el marcador no muestra una clara ventaja ni para un equipo ni para el otro, el equipo ganador resulta ser aquel que, a lo largo del juego, ha efectuado los cambios necesarios a su estrategia de juego. Esto es lo que hacen, durante el medio tiempo, los entrenadores de éxito - les dan a sus jugadores instrucciones claves que les ayuden a ganar el juego, aunque sea en los últimos segundos. Un matrimonio de éxito necesita tener ese mismo deseo ardiente de ganar. Ambos esposos tienen que reconocer que se encontrarán con circumnstancias atenuantes las cuales, para poderlas sobrepasar, van a requerir que ambas partes hagan ajustes de una manera pro-activa, tomando, cada vez, la iniciativa antes de que un problema sea muy grande. Bárbara y yo no fuimos la excepción. El ajuste mas grande que tuvimos que hacer, en los primeros años de nuestro matrimonio, fue el resultado normal de haber crecido en ambientes culturales diferentes y, por ende, tener una educación distinta. Bárbara creció en una área acaudalada de Chicago y más tarde se mudó a un suburbio de Houston. Yo, por el contrario, crecí en Ozark, Missouri, un pueblecito perdido en el campo. Bárbara vino a nuestro matrimonio como una joven dama muy refinada, yo, en cambio, era un verdadero campesino. Me tomo varios años entender que, cuando teníamos visitas, los zapatos eran parte indispensable del vestuario. En algunas cosas parecía que veníamos de países diferentes, en otras, eran como que si viniéramos de galaxias diferentes. Cuando las divergencias son de naturaleza profunda, se vuelve vital efectuar cambios para reajustar el matrimonio: cosas como venir de una familia unida ó desintegrada, ser hijo único ó tener varios hermanos, venir de una familia solvente ó de una con deudas, el haber tenido una educación cristiana o sólo secular, etc. Y la lista podría continuar: personalidades opuestas, razas ó culturas diferentes. Como mínimo, una pareja tiene que adaptarse a diferentes tradiciones, valores, hábitos y reglas aprendidas en sus casas. Conforme pasa el tiempo, también hay que hacer otro tipo de ajustes, tanto en el área de la sexualidad, como en las finanzas y en las demandas que el trabajo requiera. Y, no nos olvidemos del gran cambio que sucede con la llegada de un pequeño regalo llamado B-E-B-E ! Así es, el primer hijo. Es increíble como, a menudo, son las cosas mas sencillas las que nos causan mas frustación y las que requieren una mayor flexibilidad y creatividad de nuestra parte. Hay un dicho que dice: “es mas fácil subir una montaña que tener una piedra en el zapato”. La tapadera del inodoro es una de esas famosas piedras. Existe la posibilidad de que el esposo venga de una familia en la que todos eran varones, en esas circumstancias, en esa casa, la tapadera del inodoro se mantenía siempre subida. Si este joven llegara a casarse con una jovencita proveniente de una familia donde casi todas eran mujeres, ¿Se puede usted imaginar cuán grande se vuelve la posibilidad de conflicto y cuánto mas palpable es la necesidad de hacer cambios? Durante muchos años, en nuestra casa la “piedra en el zapato” era la manera en que yo ponía mis calcetines en la canasta de la ropa sucia, la parte de adentro hacia afuera para que lo que estaba “realmente sucio” se lavara bien. A ella le tomó bastante tiempo “entrenarme” para que, al fin, yo lo hiciera del modo “correcto.” Cada persona casada tiene que adaptarse ó amoldarse a aquellas características del cónyuge que, durante los días de ensueño del noviazgo, se pasaron por alto. Cuando el dolor de la frustración matrimonial se vuelve intolerable, mucha personas empiezan a preguntarse: “¿Porqué hice esto? ¿Será que me casé con la persona equivocada?” Cuando esta clase de preguntas aparezca en su corazón, confróntelas inmediatamente. Si estas dudas no se resuelven con prontitud, se convierten en nubes negras que flotan amenazantes sobre el horizonte de su relación. Toda persona que tenga una lucha con este tipo de asuntos, debería de acudir al consejo bíblico de Génesis 2:24-25, allí se les ordena a los esposos a dejar a sus padres y a unirse, a convertirse en una sola carne 2 y a ser totalmente transparentes el uno con el otro. Si a usted le estan molestando dudas como éstas, hágales frente, no huya, salga con su cónyuge, los dos solos durante un fin de semana, a orarle al Señor y a pedirle Su intervención y paz en este asunto. Permítame asegurarle que usted se casó con la persona correcta. ¿Cómo lo sé? Porque Dios odia el divorcio y El quiere que su matrimonio perdure. Aunque usted haya ido en contra de algunos principios bíblicos para llegar al punto en donde su matrimonio se encuentra ahora, aun así, las Escrituras son claras al respecto: Usted no puede tratar de deshacer un “error” cometiendo otro error más grande en el proceso de encontrar una solución. La clave para resolver satisfactoriamente cualquier cambio de actitud que sea necesario, esta en estimar y respetar más a su matrimonio que a sus propios valores y deseos individuales. Si usted se aferra a su propia voluntad, sin transigir en cuanto a lo que usted quiere, le aseguro que usted nunca va a llegar al punto donde uno comprende que el bienestar general del matrimonio es el punto que tiene vital importancia. A continuación quisiera compartir con usted algunos conceptos que nunca deben olvidarse cuando usted este adaptándose a su matrimonio: Primero, acepte el hecho de que adaptarse es algo inevitable. Cada pareja de recién casados tiene que transar con las piedras en los zapatos. Esto es cien por ciento normal. Si usted sabe, de antemano, que hay cosas en su comportamiento que van a tener que cambiar y que va a tener que aprender a tolerar algunos hábitos un poco extraños de su cónyuge, su predisposición, en general, va a estar más en línea con lo que el apóstol Santiago escribió en Santigo 1:2, “Alégrense cuando esten ustedes afrontando muchas dificultades.” El nos aconseja alegrarnos cuando encontremos dificultadess, no si las encontramos. (El ya sabía que era seguro que las íbamos a encontrar.) Segundo, comprenda que toda adaptación tiene un propósito Divino. Dios utiliza estos problemas para convertir a dos personas únicas y diferentes en una nueva creación que se llama “nosotros.” En lo personal, yo creo que Dios utiliza este adaptarse el uno al otro para enseñarnos cómo se debe amar a otro ser humano imperfecto y diferente de nosotros mismos. En su momento oportuno, Dios va a utilizar su matrimonio para mostrarle a usted cómo amar aquello que usted pensó que era imposible amar. Tercero, pídale a Dios sabiduría sobre cómo convivir con esta otra persona tan diferente a usted. En vez de tratar de cambiar a su pareja y andar corregiendo todos sus malos hábitos, ¿No sería mejor aceptar la situación lo mejor que sea posible y tratar usted de adaptarse? Bárbara se dio cuenta de esto al principio de nuestro matrimonio. Ella lo recuerda así: “Yo tuve que entender que iba a ser Dios quien tenía que cambiar a Dennis porque yo no podía hacerlo.” No debemos olvidarnos que, aunque el matrimonio sea una institución, no es un reformatorio. Cuarto, ponga más atención a sus propias asperezas que a las de su pareja. Jesús dijo que primero sacáramos la viga de nuestro propio ojo antes de intentar sacar la paja del ojo ajeno. Este consejo, venido del cielo, es perfecto para el matrimonio. Si yo no estoy dispuesto a cambiar, ¿Cómo puedo esperar que Bárbara cambie? Quinto, cuando tenga que adaptarse a algo nuevo, siempre haga su mejor esfuerzo. El apóstol Pablo nos dejó ciertas normas de conducta a utilizar cuando la medicina que necesitamos pareciera ser muy amarga, Filipenses 2:3, “No hagan nada por rivalidad ni por vanagloria. Sean humildes; tengan siempre a los demás por mejores que ustedes.” Esta es la descripción de un matrimonio basado en la Gracia en donde usted le da a su cónyuge lugar para ser diferente y donde usted también puede ser más flexible a favor de él ó ella. A veces, durante algunas de nuestras Conferencias Matrimoniales, el conferencista instruye a las parejas a mirarse a los ojos y decirse en voz alta: “Tu no eres mi enemigo(a).” Mas adelante, en la misma Conferencia, ambos esposos y esposas toman un paso mas lejos al decirse el uno al otro: “Tu eres mi amigo(a).” ¿Considera usted que su cónyuge es su mejor amigo? Si su realidad es otra, ¿Podría ser posible que ninguno de ustedes dos se ha adaptado lo suficientemente a las diferencias del uno u otro y que, en cambio, han permitido que estas “pequeñas” diferencias les roben los sentimientos de buena voluntad en su matrimonio? 3 Tener que adaptarse el uno al otro no es fácil, pero las recompensas que se obtienen son tan maravillosas que hacen que el esfuerzo y el trabajo necesario para llegar a ese punto, valgan la pena. ¿Qué cambios necesita hacer usted el día de hoy para que su esposo ó esposa sepa, sin lugar a dudas, que él ó ella es un amigo muy querido para usted y no un enemigo obstinado? * © 2000 por FamilyLife. Usado con permiso.

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